Descripción

Desde 1830 hasta 1930, aproximadamente, se desarrolló en Chile uno de los procesos económicos, sociales y políticos más trascendentes de la historia nacional: el auge de la producción y exportación salitrera. En este periodo la matriz económica del país se vio abruptamente transformada, comenzando un período de mucha riqueza para las élites, la llegada de capitales e inversionistas extranjeros, una incipiente industrialización de país –hasta entonces principalmente agrario- y el desplazamiento de miles de chilenas y chilenos que migraban desde el campo hacia los lugares donde se producía el “oro blanco”.

Estas chilenas y chilenos debieron adaptarse a las complejas condiciones laborales propias de la minería del salitre, pero también a la vida cotidiana en el desierto más árido del mundo.. Se formó así entre Pisagua y Taltal una particular sociedad pluriétnica sustentada por una lógica del trabajo, la solidaridad y determinada en sus hábitos por las condiciones del campamento minero.

Entre 1895 y 1899, se registró la existencia de 48 oficinas salitreras, en las cuales trabajaban más de 18.685 operarios. Apenas 15 años después estas cifras se triplicaron, llegando a las 118 oficinas y a más de 45 mil trabajadores. La cantidad de personas que vivía en una oficina salitrera variaba de acuerdo a varios factores. Cada cantón (unidad territorial que aglutinaba un grupo de campamentos) tenía un poblado central, donde los trabajadores y sus familias podían acceder a servicios como espacios de diversión, servicios religiosos, sanitarios, educación, cementerios, medios de comunicación y comercio, entre otros.

La Oficina Salitrera María Elena, ubicada en la Región de Antofagasta, representa un paradigma urbanístico de la Revolución Industrial como ciudad ideal completamente planificada, asociada a toda una cultura de sobrevivencia alrededor de la pampa.

El pueblo es el único de Chile que tiene sus calles distribuidas según el diseño de la bandera del Reino Unido y debe su nombre a Mary Ellen Comdon, esposa de Elías Cappelens, el primer administrador de la planta. Su valor urbanístico radica principalmente en su trazado que muestra la concepción anteriormente descrita. Su arquitectura fue proyectada utilizando el estilo misión, que remite a una antigua California mexicana para tratar la escenografía de las edificaciones, recurriendo al corredor como espacio intermedio y valorando el plano y su deliberado recorte contra el cielo.

Su nombre original era Coya Norte y su construcción comienza en 1926 con el nuevo sistema Guggenheim, que permitió salvar la crisis por el salitre sintético, pues permitió aumentar considerablemente la producción salitrera, cuatro veces más que la producción de Chacabuco, que era la más grande planta de sistema Shanks.

Sus valores culturales están asociados a la historia del salitre y a la memoria del modo de vida del pampino y del minero. La identidad local y regional, y la memoria en torno a la oficina y a la vida acoge diversas subjetividades, desde lo configurado alrededor de los miles de extranjeros que viajaron a estas tierras desérticas y trabajaron duro por el desarrollo de la región, como del pampino que se enfrentó con un medioambiente tremendamente hostil y trabajos esforzados que hacían de sus vidas dignas de ser plasmadas en la fructífera literatura nacional.

La Oficina Salitrera María Elena es la última Oficina en funcionamiento, transformándose en un testimonio vivo del período salitrero en nuestro país, encontrándose en condiciones de integridad bastante cercanas a las originales.

REFERENCIAS:
Decreto 1936 (2008)
http://www.monumentos.cl/catalogo/625/articles-36614_documento.pdf

Memoria Chilena
http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3548.html

Plataforma urbana
http://www.plataformaurbana.cl/archive/2012/04/30/maria-elena-la-ultima-...