Descripción

Durante la segunda mitad del siglo XIX, el aumento de la riqueza derivado del auge salitrero, provocó una serie de transformaciones en la sociedad chilena, evidenciándose un notable cambio en el estilo de vida de todos los sectores. En este contexto, la ciudad de Santiago inició una fase de modernización y expansión, expresada en la aparición de nuevos barrios inspirados en la estética europea, la renovación y hermoseamiento de algunos espacios y la incorporación de nuevos servicios públicos, que coincidieron con un progresivo aumento de la población en la capital. El barrio Concha y Toro, fiel reflejo de la época, se construyó a partir de 1922 por iniciativa de Teresa Cazzote Alcalde, viuda del empresario minero Enrique Concha y Toro.

La idea de la propietaria se materializó con el diseño de un barrio de estilo europeo, con calles cortas y curvas entrecruzadas entre sí, en las cuales se ubicaron edificios de fachada continua. Las viviendas del barrio fueron construidas por importantes arquitectos de la época, como Ricardo Larraín Bravo, Alberto Siegel, Alberto Álamos, Josué Smith Solar, entre otros. Éstas poseen un estilo ecléctico, que incluye elementos neo góticos, neoclásicos y barrocos, logrando gran armonía en su conjunto. El Teatro Carrera, parte de este proyecto urbanístico, se ubicó en lo que fueran los jardines delanteros del Palacio Concha-Cazzote. Su construcción fue encargada por Aurelio Valenzuela Basterrica a los arquitectos Gustavo Monkerberg y José Aracena, inaugurándose en 1927 con el nombre de Teatro de la Sociedad Valenzuela Basterrica y Cía.

El inmueble se compuso de una estructura de cuatro pisos de concreto estucado, con un estilo predominantemente neoclásico y decoraciones románticas, barrocas y art decó. Sus fachadas están adornadas con mosaicos hechos de azulejos clásicos y cristales de colores italianos. En su interior contó con capacidad para 1.500 personas, en butacas y palcos dispuestos de manera semicircular. El Teatro Carrera posee una gran importancia para la historia de la Capital, pues fue uno de las primeras salas de Santiago y una de las pioneras en incorporar la tecnología del cine sonoro años más tarde. En 1989 el ex Teatro Carrera fue declarado Monumento Histórico por su elevada calidad arquitectónica y su certera expresión de la construcción destinada al espectáculo en las primeras décadas del siglo XX.